Grumpy old man

Hoy contaré una historia express que me acaba de pasar hace unas horas.

Para acabar el día en Monterrey acaba de temblar (cosa que sucede raramente y por la cual mucha gente se acordará del día de hoy) yo en cambio, me acordaré de hoy, 29 de agosto como el día en el que un viejito desconocido me gritó y casi me golpea.

Era un día lluvioso de agosto, desde el vidrio de la ventana se veían las gotas caer dramáticamente, yo estaba sentada en el Carls Jr. tomando una clase de francés con un maestro particular al que siempre veo en este lugar por lo grande y silencioso que es entre semana.

Estábamos sentados platicando mi maestro y yo en un sillón/mesa típica de cadena de restaurantes fast food, cuando en eso se nos acerca un viejito de edad avanzada y le dice a mi maestro:

—Viejito: Disculpa que te interrumpa, pero no me puedo ir sin antes decirle algo a tu compañera.

En mi mente solo pensaba, “señor es usted muy grande para mí, lamentablemente lo tendré que rechazar”, para esto yo trataba de imaginar mi reacción cuando el viejito me confesara su amor. Por alguna razón tengo una suerte extraña con los señores grandes.

—Maestro: 



—Viejito (Gritando dirigiéndose hacia mi): ¿Por qué te sientas así? (En eso el viejito me señala, yo estaba sentada con las piernas cruzadas en mi asiento), ¿Qué no pisas cucarachos con esos tenis?, ¿Qué no están llenos de bacterias?”

Ojo, señor yo JAMÁS he pisado un cucaracho, los cucarachos me repugnan y mi reacción cada vez que veo uno es correr y esconderme lo más rápido posible.

El señor no dejaba de gritarme realmente estaba enojado y yo no sabía la razón.

Cuando les digo que el señor estaba enojando no estoy exagerando, yo solo pensaba “señor, cálmese no le vaya a dar el patatuz aquí y ahora sí que hago con usted”.

El señor de verdad estaba indignado porque yo estaba sentada de “chinito” llegué a pensar que estaba a punto de golpearme.

En eso el señor me dice:


—Viejito (Gritando y señalando mi postura, a punto de golpearme): ¿Así te sientas en tu casa?



Y yo pensé “si supiera que en mi casa siempre estoy tirada en pijama y sin bra ahora si me golpea”.

Yo solo pude decir con cara de confusión  “Si”.

En eso el viejito con la cara roja más enojado que nunca me grita “PUES QUE COCHINA” y se va…

Todo el restaurant lo escuchó.

Hubo un silencio incomodo, de verdad me quedé así:








No sabía que pensar, no sabía que estaba pasando, no sabía si reír o llorar.



Esta historia no es para burlarme del señor, si no para reírme de mi suerte y de como me pasan cosas tan random.

Quiero que entiendan que amo a las personas de la tercera edad y les tengo un gran respeto y cariño a estas fuentes de sabiduría pero también me desespera lo poco tolerables que pueden llegar a ser algunos.

Ayer justamente hablaba con mi mamá y mi abuelita del matrimonio y la adopción entre parejas del mismo sexo y quedé sorprendida como mi abuelita (una señorita de 85 años) simplemente aceptó que es algo que está pasando, que la sociedad está cambiando y hay que respetarnos los unos a los otros.

Creo que fue una señal del destino para valorar a mi abuelita o tal vez la vida me está diciendo que tengo que comportarme más como una señorita, i don't know. 


Asi es esto amigos o te aclimatas o te aclichingas y pues el viejito al parecer no se aclimató y yo, no dejaré de sentarme así.


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